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La construcción del palacio de Buenavista se inicia en el siglo XVI, cuando el arzobispo de Toledo regaló la propiedad al rey Felipe II con ocasión del traslado de la Corte desde Valladolid a Madrid.
Felipe III lo recibió en herencia de su padre, pasando por distintos propietarios hasta Isabel de Farnesio, madre de Carlos III, que lo usó como residencia al trasladarse a Madrid en 1759.
El duque de Alba le encargó un proyecto de palacio al arquitecto Ventura Rodríguez que no se llegó a realizar. En 1777 la duquesa de Alba delegó la demolición del antiguo palacio y la construcción del actual en el arquitecto Juan Pedro Arnal. Años más tarde lo compró el Ayuntamiento de Madrid para regalárselo a Manuel Godoy, valido de Carlos IV. Éste invirtió una gran suma de dinero en su acondicionamiento y decoración, pero no llegó a habitarlo al caer en desgracia tras el motín de Aranjuez en 1808.
Vinculado al Ejército desde 1816, en principio como Real Museo Militar y luego de Artilleria y de Ingenieros, pasó a ser Ministerio de la Guerra en 1847, del Ejército en 1939 y de Defensa desde 1977 hasta 1981, momento en que se convirtió en sede del Cuartel General del Ejército de Tierra.
Testigo de buena parte de la historia de España desde el siglo XVI, además de los reyes y nobles mencionados vivieron en el palacio los generales Espartero, Prim, Primo de Rivera, y el ministro de la Guerra y más tarde presidente de la II República, Manuel Azaña.
El palacio de Buenavista consta de un conjunto de salones que conservan la historia, el recuerdo y la importancia de las personalidades que lo habitaron, como son el Salón Teniers, el Salón Goya y el Salón de Embajadores. Este último es la estancia más representativa del edificio, con dos esculturas ecuestres, una de Alfonso XIII realizada hacia 1905 por Mariano Benlliure, y otra de Alfonso XII atribuida a Justo de Gandarias Planzón.
Entre las obras de arte que cobijan sus paredes hay ricas colecciones de tapices y alfombras de la Real Fábrica de Santa Bárbara, lámparas de la Real Fábrica de la Granja, porcelanas, relojes y una buena colección de muebles del siglo XIX. Destaca asimismo una serie de pinturas de grandes maestros, entre ellas un retrato de Isabel II de Federico de Madrazo y dos lienzos que representan a Fernando VII, obras de Goya y Vicente López respectivamente.

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